martes, 1 de junio de 2010

Bancal del Edén

Como cada mañana salí a correr antes de que el sol me achicharrara. E hice el mismo recorrido que hago siempre: Salgo del portal, a la izquierda, la primera calle a la izquierda otra vez, al final a la derecha, al final de esta calle a la izquierda, todo recto hasta la rotonda, cruzo y todo recto otra vez, hasta la playa. Y luego volver, claro.

Pero hace unos días morí, mientras corría. Me atropelló un coche en el cruce, casi al amanecer, antes de que el sol me achicharrara. No había nadie en aquella rotonda, solo mi cuerpo inerte, abierto, y alrededor ya, un charco de espesa sangre.

No pude ver al que me cogió, o a los que me cogieron y me tiraron en aquel bancal.
Escuche como el coche se alejaba muy rápido, y yo, algo descompuesto, me levanté lleno de matojos.
Estiré un poco, calenté también, y volví corriendo a casa. Había quedado con mi chica, y tenía que arreglarme lo mejor posible, que me habían dejado 'hecho un cristo' la verdad.
Esta chica me gusta, me gusta mucho, pero hay un problema, ella va demasiado deprisa, las cosas van muy rápido entre nosotros.
Ese día lo pasamos muy bien, y obvié comentarle lo del accidente. Me gusta verla sonreír.
Pero de nuevo, me hizo sentir incómodo. Al dejarla en casa, cuando nos besamos al despedirnos, me susurró que me quería.
Yo no contesté. Y de verdad que no se qué hacer, porque yo aún no moriría por ella. Aún.

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